Día de la madre

Bienvenidos de nuevo un día más.

Aquí os dejo un pedacito de mi corazón y es que hoy, por primera vez en 33 años, no voy a dar un abrazo ni felicitar a la persona que me dio la vida. Si me aceptáis un consejo, abrazadlas mucho, pero no solo hoy, si no todos los días del año, recordarlas lo maravillosas que son, todo lo que han dado y dan por vosotros y por supuesto que han sido las mejores, porque lo han dado todo sin esperar nada y lo han hecho como creían que era bueno para nosotros.

Tú eres el hogar al que siempre puedo regresar.

Tus brazos son calma en cada caída.

Tú voz el faro cuando me pierdo.

Tú que me enseñaste a pelear y a no rendirme por mucho agua que cayera.

Tú que me recuerdas cada día que lo más importante es ser feliz y buena gente, que vida solo hay una y que debemos exprimirla al máximo.

Tú, que en las noches oscuras, me colmabas de besos y me acurrucabas a tu lado.

Tú, que con solo una mirada eras capaz de leer hasta mi alma.

Tú, la más auténtica, la maravilla más grande de mi vida.

Tú, que dormirme apoyada en tu pecho escuchando la melodía de tu corazón, era mi paraíso.

Tú, que andabas descalza por la playa y pedías deseos a la luna llena.

Tú, que me decías todo lo que no quería oír, pero necesitaba escuchar.

Tú, que veías en mí, a la niña que habías acunado en tus brazos por muy mayor que me hiciera.

Tú, que si yo me caía al suelo, me tendías tu mano y me decías hay que seguir.

Tú, que siempre creíste en mí, más que nadie.

Tú, siempre tú.

Siempre serás la estrella que más brilla en mi cielo...

¡Buenas letras y buenas lecturas!